Historias Colectivas


En diversas instancias de la vida uno debe movilizarse y llega el día en que debe utilizar el "maldito bondi". Ya sea cuando uno va al colegio, a la secundaria o a trabajar en algún momento debe resignarse a tomar el transporte público. Ese mismo del que tan orgulloso nos sentimos por ser un "invento" argentino, ahora que lo pienso más que un invento es una farsa.

Existen miles de situaciones que nos hacen (más de uno estará de acuerdo) odiar tener que viajar en ellos. Y por supuesto vamos a enumerarlas:

a. Los horarios: Jamás los cumplen y andan peor cuando más justo tenemos el tiempo. Esto tiene mucho que ver con las leyes de Murphy (no del bulldog).

b. Los asientos: Quién no se ha sentido un poco violado por aquel resorte suelto? Alguna vez hice "culopatín" gracias a que la parte inferior del asiento estaba desprendida y el chofer pegaba una de esas frenadas tan particulares. O bien están esos que despiden un aroma desagradable, cual cucha de perro. Pero claro, como es "económico" lo debemos soportar!!

c. El pasamanos: Digno receptor de todo el sudor de las miles de manos que por el pasan diariamente. Soporta los embates del tiempo aún cuando pierde todo su brillo cuando se descascara el cromado. Las veces que, por ser un poco más alto de la media normal, me lo llevé puesto...Claro que con dignidad, como si no hubiera pasado nada. Cuantas veces de chico soñaba con alcanzarlo, era una señal de "ser grande", llegar al pasamanos sería el momento épico de nuestras vidas pero cuando al fin estábamos allí no era tan especial como parecía. Peor aún porque la mayoría de las veces termino viajando parado.

d. Los saltos: Es una verdadera aventura tener que viajar en colectivo, claro que para cada solución siempre tenemos un problema, así somos. Uno pensaría que con el cambio de empedrado al asfalto traería menos dolores (en general) de cabeza pero no, no podemos con nuestro genio y así como avanzamos teniendo mejores caminos tenemos que colocarles "lomos de burro". Y depende de la técnica de cada chofer la manera de pasarlos. Están los "cordoneros", esos que van a todo lo que da y se arriman tanto al cordón que lo muerden o directamente se suben a el, provocando mucho daño es nuestros traseros...O el "acelerado" que los pasa a mil y lo único que logra es que mi cabeza vaya a tener un choque a lo Zidane contra el techo, lo puedo jurar. También está el "lenteja", ese en todo caso es otro extremista en este asunto, pasa de una manera tan sueva que fastidia. Porqué no puede haber punto intermedio?

e. La máquina expendedora: Que se podría llamar "tragamonedas" tranquilamente, que como en los mejores casinos, se ríe en nuestras caras cada vez que andamos con lo justo y se nos viene a chorear los últimos diez centavos que teníamos y ahí comienza el debate en medio del colectivo, el colectivero que ciegamente confía en la tecnología (claro porque le conviene) y el pasajero que obstinado piensa que puede ganar. Con la consecuente pérdida de tiempo y nueva llegada tarde. Ay, cómo extraño a veces la "cortadora" de boletos, hasta daba para un hobby, cómo demonios voy a sacar capicúa en estos nuevos boletos, eh?

f. La parafernalia: He viajado en algunas especies de "telo-móvil", sí ese que tiene en la bochita de la palanca de cambios algún motivo semi-pornográfico, con luces rojas y violetas, con la clásica pelotita de espejos, muchos más espejos dispersos por todo el colectivo, mucha gamuza por todos lados. Ahora que lo pienso bien es bastante perturbador...

g. Las disciplinas olímpicas: Tenemos de todo como para competir. Salto en alto, cuando tenemos que subir a esos colectivos viejos con pocos escalones. Salto en largo, si para justo frente a un charco/laguna. Paralelas, con los pasamanos tratando de no caer o quedar estampados contra el parabrisas en los frenazos. 50 metros llanos y con obstáculos, esta disciplina depende de si cuando corremos el bondi se nos cruza alguna vieja que no se quiere mover, algún perro callejero que nos quiere morder (imaginen algo de espuma en su boca) y muchos otros impedimentos que nos obligan a llegar tarde (de nuevo).

h. El chofer: Y sí, tarde o temprano íbamos a llegar. En este punto creo que la mayoría es más bien condescendiente, porque entendemos que la tarea del colectivero es bastante complicada y tediosa, mucha gente con la que lidiar aparte del tránsito. La verdad que algunos de ellos merecen nuestro respeto. Pero hay otros a los que desearíamos golpear varias veces consecutivas pero da la casualidad que seguramente nos superan en peso y tamaño, con lo cual todo se resume a un refunfuño entre dientes.

Y para finalizar les doy un consejo: "No se quejen si no se quejan", desconozco el autor de la frase pero me gustó por el contenido de la misma. Porque es fácil quejarse en una charla con cualquiera pero lo más adecuado es ir con la autoridad que debe controlar. Por eso les recomiendo que si "realmente" tuvieron problemas con el trasporte público lo denuncien, para eso pueden acceder a la CNRT (Comisión Nacional de Regulación del Transporte) en http://www.cnrt.gov.ar/usuarios/index.htm, donde hay un formulario para completar y así expresar nuestro descontento o denunciar cualquier inconveniente. Yo lo hice y hasta me enviaron una carta documento con el detalle de las acciones tomadas a partir de mis comentarios. Le gané al sistema!!

Me voy porque se me va el colectivo. Hasta la próxima!!